martes, 22 de diciembre de 2009

11 Meses

Camino por la calle de la estación. Nada de nada parece raro, salvo que nunca camino por ahí. Hasta que me acuerdo. La calle de la estación es oscura, sucia, silenciosa. Por eso es que nunca camino por ahí. Me da miedo. Así que silencio. Si hago silencio, paso desapercibido. Si paso desapercibido, llego a la estación, subo al tren y me bajo donde termine. No importa dónde. Me interrumpe un bocinazo. La calle de la estación era silenciosa, pienso. Y un tren se detiene. Mí tren. Hay un nene, algo sucio, algo desprolijo, que baja y se me acerca. Que si quiero irme con él, me susurra. Quiero, claro que quiero. Lo que no quiero es hablar, dejar de hacer silencio. El nene se impacienta. Levanta la voz. Grita, pide. Patalea. Me abraza, me empuja. Me da miedo. Mucho miedo. No sé qué hago en esta calle, no tendría que haber venido. No, dice él. ¡No! Habla tan rápido que casi me marea. ¡Vamos, vamos! Y me agarra fuerte. Me lleva a algún lugar. No sé a dónde, no sé si quiero saber. Sólo sé que no subo al tren, ni me bajo donde termine. De repente, mamá. Mamá me abraza, llora. Estamos en casa. Revisa su cartera, le da un chupetín al nene desconocido, le agradece. Y a mi me reta, dice que soy muy chiquito, que no lo vuelva a hacer. Yo no entiendo demasiado, pero estoy en mi cuna otra vez, así que me duermo en seguida, mientras miro por la ventana a la calle de la estación.

http://kmylo.deviantart.com
--

0 comentarios que comentaron.: