domingo, 24 de enero de 2010

El cadáver














Siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar a tu enemigo paseando. Su señora y sus dos hijos, una nena y un nene, ojos rubios, mucho pelo, sonríen y hacen muecas y saluditos con la mano. Vos ahí sentado. Los fideos se pasan porque no te paraste, y la vereda misma se llena de hojas secas en verano. Cada vecino se acostumbra a verte y no te saluda, y el enemigo sigue paseando. Todo esto mientras llueve, nieva, niebla. Vos seguís ahí sentado. Mejor le das un último vistazo a tu casa porque ya no importa si se cae o sigue en pie. Ya casi no es tu casa. Vos ahí. No importa dónde. Tampoco importa ya quién es tu enemigo ni por qué no se convirtió en cadáver como vos querías. Otro se convirtió en puerta. Vos.

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