Adrián está jugando con una lata en la mano. Que la corta, la desarma, le hace flecos y la dobla, hoja por hoja, hasta lastimarse. Si siempre se lastima, Adrián, cuando juega así. Entonces sangra, cortado, y chorrea un hilito de líquido espeso color rojo (pero que quisiera ser azul) mientras camina con paso campante hasta la cocina, se agacha despacito sobre la pileta y piensa en el agua fría y el agua caliente, que calienta. Porque no jugaba con una lata en la mano en la cocina: jugaba en la habitación.
Después se olvida de la sangre que queda en la mano abajo del chorro con agua abundante. Se olvida porque se distrae, porque la ventana está abierta y un pájaro extraño come migas de comida de perro a la orilla de los árboles. Y así el agua corre, y Adrián se lava las manos, se las seca, y se las mete en el bolsillo.
Ahora no sabe qué hacer, entonces se queda ahí, parado, apoyado contra la mesada y piensa ¿Qué puedo comer? Hasta que abre una lata de duraznos en almíbar, claro. Y vuelve a jugar.
martes, 6 de abril de 2010
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5 comentarios que comentaron.:
Exelente, CE!!!!
He descubierto este blog, que seguramente lo iré visitando frecuentemente... Saludos desde Mérida, Venezuela...
...desde
mis
horas rotas
os
sigo
con
ilusion
y
el
alma
llena de
imaginacion...
recibid un fuerte abrazo, vuestro
amigo :
jose
ramon...
Hola te conoci en facebook y me vine a conocer tu blog,me encantaron tus letras,seguire pasando y te invito a mis dos blogs,Peregrino de Sabiduria y Cuentos y Orquideas,hasta pronto...
Edades y latas en juegos
y si lata te corta a ti
entonces te distraes
o simplemente te desmayas.
Un besino,no juegues
con latas.Que ya no tienes la
edad de Adrián, para jugar.JEJE.
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