Parece que es la ceniza de la punta derecha de la cama doble de la ciudad de aquel país alejado. Parece ser la culpable de que también por ahí ande Carlos en estrecha libertad y María en poses poco favorables para días soleados de tardes festivas.
Puede que sea esa ceniza porque cayó sin ganas del extremo norte de un pucho bien prendido. ¿Las ganas caídas? ¿Las ganas cansadas? Mejor será que donde hubo fuego, cenizas vuelen.
viernes, 30 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios que comentaron.:
Una buena microficción erótica, redonda, sin más ni menos palabras, al parecer.
Publicar un comentario