
Llega la policía armada, con palazos, botas e intenciones. Se ven los griteríos, las corridas, las caras de enojo y las de tristeza. Para la izquierda y para la derecha, huyen los muñecos de madera, a mano alzada los cuadros pintados, las pulseras y collares, el hilo encadenado. Quedan pinceles, alambres, cositas. Todo pisoteado, y los trapos tirados.
Anselmo grita basta, con la locura en colores. Unos cuantos cierran los ojos y ven represión, agresión, opresión. Nada de eso, nada de eso. Anselmo pregunta qué pasa, pregunta por preguntar. Este policía responde: Momento, por favor, ¿acaso podría decirme el precio de aquel anillo pintado?
2 comentarios que comentaron.:
Sí, a veces las colisiones, la tensión, crean belleza. Pienso en Pollock. Bueno tu blog, me gusta cómo agrupaste tus palabras.
me ha encantado estar en tu sitio el dia de hoy, TRES VECES
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