martes, 3 de agosto de 2010

Casan


Llega la policía armada, con palazos, botas e intenciones. Se ven los griteríos, las corridas, las caras de enojo y las de tristeza. Para la izquierda y para la derecha, huyen los muñecos de madera, a mano alzada los cuadros pintados, las pulseras y collares, el hilo encadenado. Quedan pinceles, alambres, cositas. Todo pisoteado, y los trapos tirados.
Anselmo grita basta, con la locura en colores. Unos cuantos cierran los ojos y ven represión, agresión, opresión. Nada de eso, nada de eso. Anselmo pregunta qué pasa, pregunta por preguntar. Este policía responde: Momento, por favor, ¿acaso podría decirme el precio de aquel anillo pintado?

2 comentarios que comentaron.:

Úrsula dijo...

Sí, a veces las colisiones, la tensión, crean belleza. Pienso en Pollock. Bueno tu blog, me gusta cómo agrupaste tus palabras.

JOSE I dijo...

me ha encantado estar en tu sitio el dia de hoy, TRES VECES